miércoles, 6 de abril de 2011
Desperté.
Una extraña sensación de felicidad recorre mi cuerpo, me embriaga de sonrisas y regocija todo mi interior. Desperté y no estabas a mi lado, me di cuenta que todo era un sueño, una estúpida alteración del inconsciente que no me deja descansar. Desperté de nuevo, una extraña sensación invadió mi ser y no la pude controlar; estabas a mi lado, besándome con locura y frenesí, con pasión desenfrenada, rasgando mi espalda y rogando por sentirme dentro de ti. Desperté asustado, sin pensar en las consecuencias de mis actos, sin pensar en lo que dirán o hablaran de mi o nosotros, sin pensar en que el mundo nunca deja de girar y que nuestras vidas son efímeras, triviales y complicadas. Luego vino el silencio, el mismo que cubre un campo de batalla que acoge miles de cadáveres gritando en su interior, suplicando por su vida y desangrándose por la injusticia y la ambición. Desperté, me perdí en tu mirada; ahogue mis deseos y navegue junto a la soledad.
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