Yo te extraño sin mentiras ni ficciones
sin palabras absurdas ni falsas emociones,
te extraño en mayúsculas y con la mirada fija
sin sonidos perfectos e ilógicas pretensiones,
te extraño en los segundos que alteran momentos
sin ser preciso ni esperar algún estúpido fundamento,
te extraño en la oscuridad compleja de mi cabeza
sin entender los pensamientos que sobran en la mesa,
te extraño cuando no busco razones ni motivos
sin dudas alteradas ni intentos de grandeza fallidos,
te extraño en la plenitud de mi ser a cada instante
y te sigo extrañando aunque estés cerca o estés distante.
miércoles, 1 de agosto de 2012
En algún lugar.
Y cuando llegamos solo se podía escuchar el sonido de los
grillos, el viento frío golpeando nuestros rostros y una luna iluminando la
oscuridad. Yo mientras tanto estaba deslumbrado con el brillo de tus ojos,
perdido en la inmensidad de tu mirada y robándote caricias para seguir marcando
mi piel. La noche transcurría lentamente, la comida, las cartas y una hierba
particular se volvieron parte de nosotros; reíamos sin cesar y nuestras miradas
se encontraban fugazmente alrededor de la mesa. La música era parte de la
velada, mientras el humo de un cigarro jugaba a recorrer tu silueta; sin darnos
cuenta la habitación susurraba nuestros nombres suavemente y sin pensarlo
nuestros cuerpos terminaron abrazados por ese olor tan peculiar que provoca la
humedad. La cama se volvió cómplice de la noche y el destino, una tenue luz
iluminó la alcoba hasta que decidió cesar por el cansancio; te besé suavemente
por un momento, sentí la frialdad de tu nariz y te arropé con mi cuerpo. La
madrugada se hizo presente y junto a ella estábamos nosotros fuertemente
entrelazados, el olor a café nos guió y terminamos observando un paisaje
celestial perdidos en algún lugar.
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